Ante más de 100 asistentes, el especialista reveló que el primer paso fue la realización de la caracterización del material, a través de ensayos en el mencionado laboratorio con el que cuenta la empresa en Ciudad Empresarial, Huechuraba, instalación donde se analiza humedad, granulometría, cohesión en finos, ángulo de sobrecarga y ángulo de reposo, entre otros indicadores.

“Esto nos dio las propiedades físicas del material trasladado por una correa. El segundo paso fue traducir esas propiedades físicas mediante un proceso de calibración, donde se replica de forma análoga en la simulación, lo mismo que se hizo en el ensayo. Y con eso se ajustan los parámetros de interacción. Por ejemplo, la forma del material, cómo lo vamos a representar, cuál es la fricción que tienen sus partículas, qué tan rígidas son, etc.”, explica.

Rojas acota que una vez que eso se calibró, lo que es un proceso clave para un modelo DEM (Método de Elementos Discretos), comenzó la etapa siguiente. “Esa es la que realmente nos interesaba en este caso: analizar el funcionamiento del equipo para detectar posibles problemas productivos y entregar soluciones sobre cómo resolverlos”, enfatiza.

“Lo que detectamos en este estudio fue que había material que estaba muy por encima de la altura del deflector, lo que constituía un riesgo porque implicaba que pasara por encima, quedando estancado en un lugar no planificado, y luego generando derrames y acopio de desechos. Y lo que necesitaba nuestro cliente era que todo el material se desviara y cayera directamente en el chute”, precisa.